Yunmen Wenyan/Unmon Bun'en
(864-949)
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Solo podemos reconocer nuestra verdadera naturaleza, llegando por nosotros mismos a la conclusión de que en realidad nada nos falta, pero nunca lo haremos reflexionando con el pensamiento, ni atendiendo a las palabras de otros.
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Todas nuestras dudas, son debidas a la gruesa capa formada por las ilusiones acumuladas en el pensamiento desde el pasado remoto y que ocultan nuestra naturaleza original, por eso la única manera de reconocerla, es dejar a un lado los pensamientos.
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Si la sabiduría innata de nuestra mente original fuera una función más del intelecto, Buda no habría reprendido a quienes la percibían solo a través del velo del pensamiento conceptual.
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Mientras aceptemos como verdadera alguna afirmación, solo estaremos ensoñando.
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Debemos confiar en que no somos diferentes de los Budas y los Patriarcas del pasado, pues todos tenemos ya lo único que importa y cuyo funcionamiento se manifiesta por doquier sin esfuerzo.
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Los maestros solo pueden señalar nuestra verdadera naturaleza y confirmar si nuestra comprensión de ella es verdadera o no.
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No hay nada que podamos considerar un objeto físico.
La creencia en la existencia de la más mínima cosa, nos obstaculizará de una manera u otra.
Igual que el yo está vacío de características propias diferenciadas del resto, todos los demás objetos lo están también.
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Cuando estamos de pié no somos conscientes de estarlo y cuando caminamos no somos conscientes de estar caminando, pero quien está caminando cuando camina y está sentado cuando se sienta, no puede equivocarse.
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Todos los sonidos y las formas, son la voz y la forma no dual del Buda.
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Si ya hemos alcanzado la liberación al reconocer nuestra verdadera naturaleza, hemos penetrando el vacío de las palabras y los conceptos dualistas y hemos olvidado también todo conocimiento, solo nos queda dar un paso más e ir más allá.