Thich Nhat Hanh
(1926-2022)
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Somos prisioneros de la sociedad y nuestra vida está controlada por lo que ocurre en nuestro entorno.
Vivimos perdidos en los pensamientos, incapaces de regresar a nuestro verdadero ser.
Hacernos conscientes de lo que hacemos, decimos y pensamos, es comenzar a enmendar este error, para vivir en la realidad en perfecta consciencia de todo nuestro ser.
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Hay un enorme abismo, entre las cosas dinámicas y vivas conectadas con otras cosas de las que dependen, y el concepto estático y fijo que tenemos de ellas.
El mundo de los conceptos es diferente del mundo de la realidad, donde todo es impermanente y se transforma sin cesar, por lo que nada puede mantener una identidad propia estable y fija.
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Tras la iluminación, ya no vemos las cosas como entidades separadas, sino como la manifestación de la realidad no dual, que se revela completa y totalmente en el momento del despertar, que nada nos añade ni nos resta, pero a partir del que las emociones basadas en los conceptos, ya no nos afectan más.
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La única manera de reconocer esta mente única, que no es la facultad dualista de concebir y discriminar, es regresar a nosotros mismos y ver dentro de nuestra propia naturaleza.
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Creemos que debemos deshacernos del mundo ilusorio de los fenómenos, para alcanzar el mundo de la mente verdadera, pero este mundo del nacimiento y la muerte, es ya el mundo de la realidad, no hay realidad aparte de los árboles y las montañas.
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Todo es mente, la mente es la materia y la materia es la mente, la mente no existe fuera de la materia y la materia no existe fuera de la mente, esta es la no dualidad de mente y materia.
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Si vemos las cosas en su verdadera naturaleza, tras comprender la impermanencia, la no identidad, la interdependencia y el vacío, nos liberamos del temor causado por sostener conceptos como la existencia y la no existencia, el nacimiento y la muerte, que son solo imágenes ilusorias, y podemos seguir viviendo en paz y libertad en el mundo del karma.
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Todo es lo que es, esta es la mente de la iluminación suprema que no puede ganarse ni perderse, la realidad no dual que trasciende las palabras y los conceptos, aquello que nada contiene abarcándolo todo, y que no puede crecer ni disminuir.
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Seguir el camino medio, no es vivir equidistantes de ambos extremos, ni hacer una síntesis entre conceptos opuestos, sino trascenderlos por completo.
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La vida de hoy en día está organizada en torno a la razón, participamos en ella solamente con la parte intelectual dualista de nuestro ser, el resto más profundo e importante queda inconsciente.
Vivimos desconectados de los cimientos de nuestro ser, confiando solo en la racionalidad.
De aquí nace el sentimiento de aislamiento y soledad que sufrimos y que hace que nuestra humanidad sea más y más mecánica.
El único remedio definitivo, es recuperar la consciencia de nuestra verdadera naturaleza original, la no dualidad.