CÓMO CONTROLAR LA MENTE
Cuando nuestra vida no funciona como quisiéramos, en vez de hundirnos en la oscuridad, sentirnos víctimas o luchar para cambiar el mundo que nos rodea.
Debemos procurar que los estímulos a los que sometemos a los sentidos sean positivos, sostener solo pensamientos conscientes también positivos, cuidar nuestras palabras y realizar acciones correctas, en especial en beneficio de los demás.
Así, de manera sencilla pero no exenta de esfuerzo y constancia podremos controlar:
nuestros pensamientos,
nuestros impulsos,
nuestra personalidad,
nuestro carácter,
nuestra voluntad,
nuestra atención
nuestras emociones
y nuestra vida.
Porque los nuevos contenidos positivos que registrará la mente, irán desactivando, eliminando y substituyendo a los anteriores.
Y es que estos contenidos son los que nos guían para interpretar y gestionar el mundo en el que vivimos.
Así, con el tiempo lograremos vivir a la luz con todos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones integrados en una sola unidad, lo que equivale a la realización personal.
Con la mente ya bajo control, nos encontraremos también en una posición perfecta, para recuperar y asentarnos en nuestro estado mental original o reconocer nuestra verdadera naturaleza, si es que aspiramos a ello.
En cualquier caso, cada vez que nos demos cuenta de que estamos prestando atención de nuevo a los recuerdos dolorosos, los pensamientos oscuros o las situaciones negativas, debemos substituirlos por pensamientos, sentimientos, emociones, palabras y acciones positivas, el doble de tiempo y con el doble de intensidad con que nos entregamos a lo negativo.
Al principio será dificil, pues suele tratarse de reconducir hábitos profundamente arraigados, pero la práctica y la paulatina purificación de la mente, harán que cada vez nos resulte más sencillo hacerlo.
Todo lo que explicaremos a continuación puede calmar nuestras dudas y reforzar nuestra intención, pero el ejercicio requerido será el mismo.
Escoger siempre estímulos positivos para nuestros sentidos, pensamientos conscientes también positivos y acciones correctas que en lo posible beneficien también a los demás.
Y nunca dar voz a los impulsos negativos, ni actuar bajo su influencia.
Unos pocos de nosotros escuchamos hablar de nuestra verdadera naturaleza original y la reconocemos de inmediato.
Todos los demás frecuentamos el estado mental original habitualmente desde siempre, sin habernos percatado jamás de ello, ni darle el inmenso valor que tiene, debido al modo erróneo en que manejamos la mente.
Tanto para el que busca su esencia, como para el que solo desea su realización personal en el mundo, el control de la mente es esencial.
La mayor y única dificultad, está en retirar los impedimentos y obstáculos acumulados a causa del mal uso de nuestra mente, que nos limitan y condicionan.
Es esencial realizar una limpieza mental previa y la tradición nos ayuda a ello por ejemplo con los diez mandamientos (amar a dios, no matar, no robar, no mentir, no cometer actos impuros...), las ocho etapas del yoga, algo más ajustadas a la práctica en sí (reglas, disciplinas, presencia, estados meditativos...) o los preceptos budistas (no matar, no robar, no mentir, no ingerir tóxicos...).
Conjuntos todos ellos de reglas teñidas por sus propias tradiciones y culturas, que nos ayudan a limpiar el escenario de la mente, el único instrumento que tenemos a nuestro alcance, aunque todos sabemos perfectamente ya lo que es correcto y lo que tenemos que cambiar.
En otras tradiciones se habla de procurar que nuestros elementos superiores controlen en todo momento a los inferiores, que la luz reine sobre la oscuridad, o que pasemos del estado tamásico al sátvico, algo indispensable para optar a establecernos en el estado mental original, lejos del sufrimiento de la existencia.
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QUÉ ES LA MENTE
La mente no es un órgano que segrega pensamientos, sino solo el fluir de estos.
Si los pensamientos se detienen, la mente se detiene también, porque no hay mente aparte de los pensamientos.
En todo momento pasan ante nosotros pensamientos involuntarios, que en todos los casos fueron en su día algo que percibimos a través de los sentidos y que acabó en la mente para ser identificado y registrado automáticamente, volviendo a aparecer con el tiempo ante nuestra atención en forma de recuerdos.
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CONTROLANDO LA MENTE
Cuando nuestras acciones, nuestros pensamientos y la información recibida a través de los sentidos sobre algo en concreto se repiten lo suficiente, acaban asentándose en el subconsciente y en la memoria, formando hábitos y tendencias que luego aparecen en nuestra mente consciente en forma de pensamientos involuntarios.
Cuando les prestamos nuestra atención y nuestro interés, los apoyamos con nuestros pensamientos conscientes, que al cargarse de la energía de los sentimientos y las emociones, nos mueven a la acción.
Todo lo cual vuelve a quedar registrado, cerrando el círculo que nos atrapa en su interior.
Técnicamente hablando, los pensamientos involuntarios forman perturbaciones en la mente o vrittis, cuya repetición crea impresiones mentales o samkaras en la mente subconsciente o Chitta.
Técnicamente hablando, los pensamientos involuntarios forman perturbaciones en la mente o vrittis, cuya repetición crea impresiones mentales o samkaras en la mente subconsciente o Chitta.
Nuestra identificacion con estas impresiones, hace que aparezcan nuestros gustos y disgustos, convirtiéndose en tendencias o vasanas, que condicionan nuestra conducta a través del karma.
Además, estas impresiones mentales crean senderos de conexiones neuronales en el cerebro, que cuando se estabilizan y profundizan, se establecen como hábitos.
Todo lo que hacemos conscientemente, genera de inmediato nuevos senderos neuronales y los que dejan de usarse, cesan de operar hasta ser despertados de nuevo o desaparecen.
Lo que somos en cada momento, nuestra personalidad y nuestro carácter que dan forma a nuestro destino condicionando nuestras acciones futuras, está determinado por la suma total de nuestras impresiones mentales.
No somos buenos o malos y por eso hacemos cosas buenas o malas, sino que primero hacemos cosas buenas o malas y eso nos convierte en buenas o malas personas inclinadas a realizar buenas o malas acciones, cuyas consecuencias hacen que seamos mejores o peores personas.
Controlar la mente es controlar los pensamientos y para ello debemos sostener pensamientos conscientes positivos, llevar a cabo acciones correctas, cuidar las palabras que decimos y los estímulos a los que nos exponemos a través de nuestros cinco sentidos, porque colorean la mente y luego atraen todo aquello de color similar.
Además, estas impresiones mentales crean senderos de conexiones neuronales en el cerebro, que cuando se estabilizan y profundizan, se establecen como hábitos.
Todo lo que hacemos conscientemente, genera de inmediato nuevos senderos neuronales y los que dejan de usarse, cesan de operar hasta ser despertados de nuevo o desaparecen.
Lo que somos en cada momento, nuestra personalidad y nuestro carácter que dan forma a nuestro destino condicionando nuestras acciones futuras, está determinado por la suma total de nuestras impresiones mentales.
No somos buenos o malos y por eso hacemos cosas buenas o malas, sino que primero hacemos cosas buenas o malas y eso nos convierte en buenas o malas personas inclinadas a realizar buenas o malas acciones, cuyas consecuencias hacen que seamos mejores o peores personas.
Controlar la mente es controlar los pensamientos y para ello debemos sostener pensamientos conscientes positivos, llevar a cabo acciones correctas, cuidar las palabras que decimos y los estímulos a los que nos exponemos a través de nuestros cinco sentidos, porque colorean la mente y luego atraen todo aquello de color similar.
De esta sencilla manera, podemos decidir lo que involuntariamente pensamos.
Cambiando los pensamientos y las impresiones mentales, cambian las tendencias asentadas en el subconsciente y la memoria, con lo que cambian también los pensamientos involuntarios que acaban apareciendo en la mente consciente.
También reprogramamos así la mente subconsciente y las conexiones sinápticas del cerebro, para que el diálogo interno, los pensamientos conscientes y las impresiones pasadas guardadas en la memoria, tengan coherencia entre sí.
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CONTROLANDO LOS IMPULSOS
Hay dos partes en la mente, la más pequeña es la mente consciente, donde están los pensamientos, las emociones, las ideas y todo aquello de lo que somos conscientes.
La más grande es la mente subconsciente, donde brotan las emociones, los impulsos y las reacciones inconscientes.
Podemos controlar los impulsos negativos generando impresiones, hábitos y recuerdos positivos, o incrementando el tiempo entre el impulso y la reacción.
En el momento en que surgen los impulsos que nos empujan a hablar negativamente o a realizar acciones perjudiciales para nosotros mismos o para los demás, las impresiones mentales positivas alojadas en el subconsciente intervienen para reprimir los impulsos negativos, permitiéndonos discriminar y decidir si reaccionar o no, sin que el impulso culmine automáticamente en palabra o acción.
Si cambiamos los estímulos sensoriales y los pensamientos conscientes, nuestras impresiones mentales y nuestros impulsos cambian.
Si cambiamos los impulsos, nuestras acciones cambian también y cuando las acciones están bajo control, nos vemos impelidos a realizar más buenas acciones.
Así, gradualmente ganamos control sobre nuestra mente hasta purificarla por completo, entonces pensaremos los pensamientos que queramos, sentiremos las emociones nobles que queramos, nuestro sistema entero estará en nuestras manos y podremos lograr cualquier cosa que nos propongamos.
Esta es también la mente requerida para recuperar nuestro estado mental original y enfrentarnos al reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza.
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CONTROLANDO EL CARÁCTER
Los pensamientos forman nuestro caracter y labran nuestro destino.
Unidos a las tendendencias positivas, conducen a la concentración y a la toma de decisiones correctas.
Para pensar correctamente debemos exponernos a estímulos positivos, así refinamos nuestras tendencias y recuerdos y podemos disfrutar de una vida limpia e íntegra totalmente a la luz, en plenitud, dicha y paz.
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CONTROLANDO LA VOLUNTAD
Para poder tomar las decisiones correctas, primero debemos conocer todas nuestras opciones.
Después debemos seleccionar entre ellas, discriminando en especial entre lo que nos apetece y nos proporciona un placer pasajero inmediato y lo que nos conviene, aunque a corto plazo no sea lo deseable o beneficie solo a los demás.
También debemos tener en cuenta la diferencia entre decidir emocionalmente de corazón o racionalmente de cabeza.
En todo caso debe ser siempre una decisión deliberada y consciente, bien pensada y bien meditada.
Si los pensamientos e impresiones que prevalecen en la mente consciente y en la mente subconsciente son coherentes entre sí, la decisión consciente será apoyada por el subconsciente y no nos aparecerán pensamientos o tendencias opuestas que la discutan, rebatan o impidan.
La mente entera actuará al unísono, convirtiéndose en la enorme fuerza de la voluntad que cuando en verdad es fuerte, hace que el proceso de toma de decisiones correctas sea algo muy sencillo.
Una vez tomada la decisión, debemos olvidar las opciones descartadas, o volverán a nosotros una y otra vez quitándonos la paz.
Y cuando hayamos decidido lo que no queremos experimentar, debemos apartarlo por completo de nuestras vidas.
Una voluntad fuerte es el aspecto dinámico de una intención pura, en una mente despojada de todo aquello que no queremos experimentar.
Somos lo que nuestra voluntad es y el éxito no depende tanto de las circunstancias externas, como de nuestra integridad, esto es, de que nuestra mente funcione coherentemente como una sola unidad, porque entonces el éxito es solamente cuestión de tiempo y cada posible fracaso será solo un paso más hacia el logro que llegará seguro en su momento.
Cuando solo pensamos en los objetos de los sentidos, aparece el apego, del apego surge el deseo y de él se engendra la ira por no poder satisfacer todos nuestros deseos.
La memoria se confunde y no puede inclinarnos hacia lo positivo, lo que provoca la falta de discriminación que evita que podamos discernir entre lo que es bueno y lo que es malo, perdiendo el control sobre nuestras acciones, lo que nos conduce al desastre.
Nuestra vida es el resultado de nuestras elecciones, que son a su vez el resultado de nuestra voluntad, que es el centro de nuestra personalidad.
La voluntad es una orden cargada de energía, enfocada en una meta concreta.
Lo que construye la voluntad son nuestros hábitos, nuestras acciones diarias y sobre todo nuestras impresiones mentales.
Las impresiones que hemos repetido forman nuestro carácter y deciden la fuerza de nuestra voluntad, que es la responsable de tomar todas las decisiones en la vida.
Además de las metas inmediatas o fácilmente alcanzables a corto plazo, necesitamos tener una meta a largo plazo relacionada con el verdadero sentido de nuestra existencia, que nos marque las prioridades y nos oriente en el establecimiento de nuestras metas a medio plazo.
La voluntad aflora entre la consciencia pura o Atman y el intelecto más elevado o buddhi.
Los pensamientos cambian constantemente, pero la voluntad no, porque nace de un objetivo, de una meta que redirige la energía de la consciencia y la reparte entre las diferentes facetas de nuestra personalidad, para facilitarnos la toma de decisiones correctas.
En nuestro fuero interno todos sabemos lo que es correcto, pero nos vemos empujados a hacer lo que sabemos que es incorrecto, debido a los impedimentos y obstáculos acumulados en la mente por su mal uso desde la niñez.
Solo cuando el subconsciente está limpio y despojado de condicionamientos indeseados, es capaz de seguir los dictados de la mente consciente.
Hasta entonces, aunque sepamos lo que debemos hacer, no seremos capaces de hacerlo.
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SIENDO EL TESTIGO
Los pensamientos entran y salen contínuamente del foco de nuestra atención.
Cuando nos identificamos con ellos y los relacionamos con algo conocido de nuestro interés, los pensamientos pasan a predominar en el campo de actividad mental de la atención y la consciencia queda relegada a un segundo plano.
En el momento en que dejamos de identificarnos con los pensamientos y de interesarnos en sus contenidos, la consciencia vuelve a hacerse evidente.
Pero nosotros siempre somos el testigo inmutable de los pensamientos, por eso detectamos los cambios que se suceden en la mente.
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CONTROLANDO EL KARMA
Al hecho de que toda acción tiene consecuencias lo llamamos karma y tiene un efecto directo sobre nuestro carácter, porque al actuar corectamente creamos las buenas impresiones mentales que necesitamos para construir una vida fuerte y buena.
De esta manera, el karma puede ayudarnos en la purificación de la mente, dándonos el control de los impulsos, de las acciones y de nosotros mismos, lo que conduce a la realizacion personal completa.
El karma depende del motivo tras las acciones y no del tipo de ación, si mantenemos los motivos puros, cualquier acción es un culto a dios.
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CONTROLANDO LA ATENCIÓN
Si no podemos concentrar la atención adecuadamente, es debido a que los estímulos son demasiados y la gran cantidad de pensamientos que provocan suelen ser contrarios los unos a los otros, esto hace que nos cueste mucho sostener pensamientos conscientes.
También nos falla la fuerza de voluntad, ya que esta solo surge si tenemos suficientes impresiones mentales positivas que apoyen nuestras decisiones conscientes.
Lo cual se consigue exponiendo repetidamente a los sentidos a estímulos positivos y realizando acciones positivas, para generar las impresiones mentales que favorecen nuestras decisiones conscientes.
También ayuda tener una meta, saber dónde queremos enfocarnos, ya que nuestra atención decide las experiencias que tenemos.
Es aconsejable un estilo de vida saludable que incluya servicios a la comunidad, ya que las buenas acciones producen directamente profundas impresiones mentales positivas.
Las buenas lecturas, los hábitos saludables y la meditación, son también de gran ayuda.
Cuando la consciencia se sitúa al mando del pensamiento y no se limita a ser meramente consciente de lo que pensamos, la atención que no es más que el reflejo de nuestra consciencia en nuestra mente, un rayo dirigido por nuestra voluntad, queda liberada.
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CONTROLANDO LAS EMOCIONES
Las emociones son pensamientos cargados con sentimientos.
Al tener mucha energia, crean olas de perturbaciones en la mente, con una fuerza formidable tanto para lo bueno como para lo malo.
Las emociones negativas proceden de pensamientos tóxicos, para controlarlas lo mejor es interponer la emoción opuesta y en general habituarnos a realizar buenas acciones, que crean buenos pensamientos de compasión, amor y servicio, que substituyen a los pensamientos negativos de ira, odio, celos o violencia.
Un almacén de fuertes impresiones mentales positivas, es imprescindible para tener un buen carácter.
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PRACTICANDO MEDITACIÓN
Podemos apoyarnos en la meditación, cuyo objetivo es aprender y habituarnos a concentrar nuestra atención en la actividad presente y posteriormente, adoptando una postura cómoda, practicar a concentrarla en la respiración, hasta que la atención se interiorice y estabilice lo suficiente como para que se inicie el proceso de profundización natural, que culmina en el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza, algo que depende de la intensidad de la intención y la dedicación de cada uno y que llega por sí solo en su momento oportuno.
En vez de la respiración, también podemos usar como punto de concentración un objeto externo que poco a poco se interiorice, o una imagen de dios combinada con el ofrecimiento a él de todas nuestras acciones cotidianas.
Por último, podemos concentrarnos sin más en nuestra sensación de ser pura, despojada de cualquier atributo o característica añadida.
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SITUÁNDONOS EN LA CONSCIENCIA
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SITUÁNDONOS EN LA CONSCIENCIA
Todo depende de nuestro estado mental.
Si observamos como testigos la sucesión de los pensamientos y cómo va cambiando nuestro estado mental ante ellos, es porque lo estamos observando desde la quietud que no cambia en nosotros, desde el origen de la mente que es la consciencia y que cuando su función de ser consciente de algo queda en reposo, es la consciencia pura, el vacío, el absoluto o nuestra verdadera naturaleza original.
Esta consciencia es común a todos los seres, no hay nadie detrás de esta consciencia, pero al reflejarse en la mente de cada uno toma diferentes formas.
Si observamos como testigos la sucesión de los pensamientos y cómo va cambiando nuestro estado mental ante ellos, es porque lo estamos observando desde la quietud que no cambia en nosotros, desde el origen de la mente que es la consciencia y que cuando su función de ser consciente de algo queda en reposo, es la consciencia pura, el vacío, el absoluto o nuestra verdadera naturaleza original.
Esta consciencia es común a todos los seres, no hay nadie detrás de esta consciencia, pero al reflejarse en la mente de cada uno toma diferentes formas.
Como la electricidad que pone en marcha lámparas y aparatos, pero no es de ninguno de ellos, ni reside en ningún lugar concreto cuando no opera.
Tan nuestra es la consciencia, como es de las hojas del árbol el agua de lluvia que cae sobre ellas, o el viento que las agita.
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LOGRANDO LA REALIZACIÓN
El significado de realización es diferente para cada uno de nosotros y además cambia con la edad.
Nuestra realizacion llega solo con la experiencia.
Empezamos soñando con lograr algo, que una vez obtenido nos propone un nuevo objetivo y así reto tras reto.
Para determinar lo que es nuestra realizacion, debe ser nuestro propio criterio el que prevalezca, no el de los demás.
Y para afinarlo, antes tenemos que averiguar si son los objetos del mundo o las emociones las que nos proporcionan más realización.
Pero necesitamos alcanzar más y más niveles de realización, hasta llegar a conocer lo que significa el éxito.
En algún momento, nuestra vida ha de tomar una perspectiva espiritual que nos permita comprenderlo todo mejor, entonces podremos alcanzar los niveles más elevados de realización.
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LOS BENEFICIOS DEL CONTROL Y EL CORRECTO USO DE LA MENTE
Cuando reconocemos nuestra verdadera naturaleza, somos mejores en todo lo que hacemos.
Porque mientras creemos ser solo el cuerpo y la mente, todas nuestras energías están enfocadas en conservar y preservar solo esa pequeña parte.
Pero cuando sabemos que somos aquello que anima el cuerpo y la mente funcionando a través de ese conjunto cuerpo-mente, entonces los convertimos en nuestros instrumentos, los controlamos, estamos al mando y tomamos las riendas de nuestra vida, haciéndonos sus únicos responsables.
Todo lo que pensamos, sentimos y hacemos, debe estar en correspondencia y armonía mutua.
Todo lo que pensamos, sentimos y hacemos, debe estar en correspondencia y armonía mutua.
El resultado es una personalidad bien integrada en la que disponemos de mayor inteligencia intelectual y emocional, por lo que podemos usar la fuerza de las emociones dirigidas por nuestra capacidad intelectual, para lograr todos nuestros objetivos en la vida.
También se incrementan nuestros niveles de creatividad y nuestra intuición, que es un tipo superior de conocimiento en el que la mente consciente es suprimida durante un tiempo y pensamientos originales surgen del subconsciente.
Además hace crecer nuestro nivel de confianza en nosotros mismos, porque aprendemos a hacer lo correcto en el momento correcto.
La gran mayoría de las dolencias se dan en el cuerpo influenciadas por la mente o en la mente misma y el control de la mente puede contribuir a evitar, suavizar o eliminar muchas de ellas.
Los pensamientos positivos afectan posivamente al cuerpo, lo fortalecen, embellecen y regeneran, mientras que los negativos le afectan negativamente.
Reconocer nuestra verdadera naturaleza, nos ayuda a resolver problemas existenciales cuyas causas son internas, como temores irracionales o a la muerte, dudas sobre nuestra existencia y su sentido, o ansiedades y complejos.
Para encontrar soluciones a problemas internos, no podemos dirigirnos hacia el exterior, sino profundizar en nosotros mismos y dejar que las soluciones afloren espontáneamente.
Además, podemos aprender cómo utilizar el poder de las energías emocionales negativas y canalizarlo a través de emociones positivas hacia propósitos positivos.
Todo esto se consigue conformando un marco mental de personalidad estable y capaz, sin problemas de atencion, estres, falta de concentración o de fuerza de voluntad para tomar las decisiones correctas.
Nos convertimos en lo que pensamos repetidamente.
Experimentamos lo que sentimos repetidamente.
Creamos lo que imaginamos repetidamente sintiéndolo ya realizado.
Somos la consciencia funcionando a través del cuerpo y la mente, pero esto solo puede reconocerse con una mente pura.
Todos nuestros semejantes son la misma consciencia pura, viviendo a través de diferentes cuerpos y mentes.
Todos nuestros semejantes son la misma consciencia pura, viviendo a través de diferentes cuerpos y mentes.
La suma total de esas consciencias individuales, es lo que llamamos dios.
Por eso, controlar la mente y ponerla al servicio de nuestros semejantes, es servir a dios.
Si creemos que todo esto nos puede ayudar, lo hará poniendo el suficiente interes y esfuerzo.
Y si creemos que no es para nosotros, no lo será, a no ser que ignoremos esa creencia y llevemos a cabo todo lo indicado aquí hasta el final, entonces también nos funcionará.
Y cuando demos un paso más hasta el estado mental original, las cosas de la mente serán solo apariencias en nuestra plenitud, dicha y paz, porque en realidad lo único que verdaderamente importa es estar siempre bien.