Yamahata Daido Hogen
(1935-?)
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Estar simplemente aquí y no hacer nada, es lo más sabio que podemos hacer en este mundo.
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La verdad de la vida no es una meta que alcanzar, sino la realidad del paso que estamos dando en este preciso instante.
Nuestra vida cotidiana, es nuestro verdadero encuentro con la realidad del que no debemos tratar de escapar.
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Cuando estamos haciendo cualquier cosa, debemos simplemente hacerla con toda atención, de otra manera no estaremos viviendo en este mundo.
Con enfrentar naturalmente la experiencia diaria del aquí y el ahora siempre, es suficiente.
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El universo es como somos nosotros.
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Entre el cielo y la tierra no hay más que este suceso, este fenómeno, este acontecimiento, estamos exactamente en el origen de la creación del universo.
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Vivimos soñando con alcanzar algo más y ser mejores de lo que ya somos guiados por el ego, cuando en realidad, nuestras vidas diarias son ya el verdadero milagro.
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Si aceptamos las dificultades y el dolor al cien por cien, desaparecerá el sufrimiento de rehusarnos a aceptarlo todo tal cual es.
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Si permanecemos completamente abiertos a aceptar cualquier cosa que aparezca en nuestro camino, no tendremos que decidir nada, ni que hacer más planes y nos liberaremos de tener que elegir.
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Vaciando nuestras mentes, somos capaces de aceptar las cosas como vienen y de encontrarnos con los demás, como si siempre fuera la primera vez.
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Vivir aceptando por completo este momento, es la sabiduría del verdadero encuentro correcto con la realidad.
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Cuando ya no tenemos nada, todo nos es dado.
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Lo que vivimos ahora es la verdadera vida, por eso nuestras acciones cotidianas deben ser realizadas, entregándonos por completo a ellas, sin intenciones ni expectativas.
Cualquier cosa que hagamos, debemos hacerla de todo corazón y dejar que la vida tome su propio curso.
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Nuestras experiencias de la niñez, quedan en el subconsciente y determinan nuestra visión del mundo.
Al principio, somos tan puros como un papel en blanco, pero con la edad, el papel va volviéndose de un determinado color.
Siempre podemos aceptar nuevos colores, pero en lo profundo, permanece siempre el color de nuestra niñez.
Debemos deshacernos de todo lo que tiñe el papel blanco original, tal pureza vacía es nuestro ser más íntimo, que ya existía antes del nacimiento de nuestros padres, entonces naceremos de nuevo a cada momento.
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No necesitamos adquirir o alcanzar nada, porque originalmente ya estamos completos.
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Cuando hacemos algo usando nuestra voluntad, los efectos nos encadenan.
Pero si los fenómenos y las pasiones pierden el poder de agitarnos, se despierta la gran naturaleza de buda en la no mente, nuestra esencia no dual más íntima, que es compartida por todos los seres, ya que todos somos uno y el mismo cuerpo, una y la misma existencia.
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La violencia, la ira, el odio y el interesado amor humano, solo están en nuestros pensamientos, que es donde nos separamos de los demás y del mundo.
Pero al descubrir que todos somos uno, la compasión los hace desaparecer.
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Estar aquí y ahora simplemente y sin ningún esfuerzo, es algo que puede hacer todo el que quiera hacerlo.
Es la esencia más profunda de la vida humana y no tiene nada que ver, con seguir una práctica, una filosofía o una religión.
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Debemos permanecer alerta, en un estado de ausencia de ser, en el que seamos capaces de responder instantánea y espontáneamente de manera correcta, a cualquier circunstancia en la que nos encontremos, como un espejo refleja las cosas frente a él, exactamente como son.
