Sri Ramakrishna
(1836-1886)
-1-
La mente no puede reposar en Dios, si está permanentemente pendiente de las responsabilidades mundanas.
Debemos retirarnos a la soledad de vez en cuando, para discriminar entre lo real y lo ilusorio.
-2-
Realicemos nuestras tareas, manteniendo siempre la mente en Dios y evitando que se pose en el mundo, donde mandan los pensamientos de sexo y oro.
-3-
Solo Dios es real, todos los demás objetos impermanentes de la mente, son ilusorios.
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Dios existe en todos los seres y todos podemos reconocerlo cuando así lo anhelamos, porque solo Él es nuestro guía interno.
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Si nos quedara algún deseo por cumplir, primero debemos realizarlo y después volver a dirigir la mente hacia Dios.
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No hay nada malo en estar en el mundo, pero si queremos reconocer a Dios, debemos enfocar la mente en Él, ya que es por Su gracia que al final lo comprendemos todo.
-7-
La causa de todos nuestros sufrimientos y preocupaciones, es que creemos ser los actores de las acciones.
Quedamos liberados en vida, cuando sentimos que solo Dios es el actor y que nosotros somos meros instrumentos en sus manos, pues ni siquiera una hoja puede moverse sin Su voluntad.
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Aunque lo busquemos, no podremos encontrar nada que sea nuestro Yo, pues solo existe aquello que está buscándolo, un estado que es pura consciencia, la naturaleza real del Ser Supremo, sin nadie que pueda describirlo.
-9-
El ego no es más que la encarnación de la Realidad Última, pero al identificarnos con lo que no somos, hemos olvidado nuestro Ser real.
No puede haber liberación, mientras persista el ego.
-10-
Todo depende de la voluntad de Dios, cuya manifestación son todas las cosas.
Nada existe aparte del Uno y ese Uno es el Ser Supremo.
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Para empezar, la mente debe aquietarse y quedar bajo nuestro control, no nosotros bajo el suyo.
Entonces, nos fundimos en Dios y las tendencias negativas y las dudas, desaparecen en el reconocmiento de nuestra verdadera naturaleza.
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Tenemos que eliminar el ego, que nos hace sentir ser los actores de las acciones y dejar de creer que hay alguien más aparte de nosotros mismos, no importa si es nuestra pareja, nuestro amigo o nuestro hijo.
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Debemos renunciar a todo lo añadido y mantener solo el Yo desnudo, para poder sentir que somos los devotos sirvientes de Dios, que Dios sin forma ni color es el único actor y que nosotros somos solo sus instrumentos.
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Si nos repetimos constantemente que somos libres, seremos libres aunque tengamos que seguir recogiendo el resultado de nuestro karma pasado y asumir nuestras tendencias latentes, recordando siempre, que el dolor y el placer son características propias del estado encarnado.
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Debemos deshacernos, tanto de la ignorancia, como del conocimiento.
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Solo Dios es la Realidad Última y eterna, todo lo demás en lo que se ha transformado, es ilusorio e impermanente.
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Antes de realizar a Dios, debemos renunciar al mundo.
Mientras amemos las cosas ilusorias, no querremos conocer a Dios, que es de la misma naturaleza que la Realidad Última.
La renuncia suprema, es renunciar al sexo y al oro.
-18-
Quien ha realizado a Dios, sabe que Dios, Maya, todos los seres vivos y el universo entero, son Uno solo.
El mundo fenoménico, pertenece a la misma realidad que el Absoluto y el Absoluto, pertenece a la misma realidad que el mundo fenoménico.
Por eso, aquél que se ha realizado como Dios, se ha convertido también en el universo con todos sus seres vivos.
-19-
Dios no puede ser conocido a través de los órganos de los sentidos, pero sí con la mente pura libre de deseos mundanos.
-20-
Para llegar al estado natural de nuestro propio Ser, tenemos que renunciar al ego, que divide el todo en dos y nos hace creer que yo soy yo y tú eres tú.
Y renunciar también a identificarnos con el yo que tiene nuestro nombre, nuestra familia, trabajo y demás características añadidas.
-21-
Cuando el ego desaparece, sabemos que Dios es nuestra propia consciencia interna.
Al principio, sentimos que solo Dios es real y todo lo demás es ilusorio, pero más tarde, reconocemos que Dios mismo se ha convertido en todo el universo, en Maya y en todos los seres vivos, entonces solo Dios es el maestro y solo Dios es el sirviente.
Todo es existente y a la vez no existente, el propio Yo es ilusorio.
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Podemos vivir perfectamente con la mente enfocada en Dios, entonces este mundo en el que todo parece real, gracias a la realidad que Dios le da, es el nirvana.
-23-
Si Dios nos ha puesto en el mundo, renunciemos a todo en Él y nos daremos cuenta de que es Dios quien lo hace todo y que todo depende de Su voluntad.
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Si saboreamos solo una vez la dicha de Dios, la mente ya no correrá nunca más tras el disfrute de los placeres sensuales, la riqueza, el buen nombre o la fama y todo apego al sexo y al oro desaparecerá.
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Adoptamos la naturaleza del ideal en el que meditamos, por eso, si pensamos día y noche en Dios, adquirimos Su naturaleza.
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Si morimos habiendo reconocido a Dios, quedamos liberados de renacer de nuevo, de lo contrario no podremos escapar de tener que volver a la vida en esta tierra.
-27-
La identificación del alma con el cuerpo, crea la ilusión de la dualidad y hace que el reflejo parezca real.
Cuando esta identificación desaparece, nos damos cuenta de que somos Dios.
Podemos alcanzar este conocimiento mediante la razón y la introspección, o mediante la devoción, pues un devoto que anhela el conocimiento de Dios, lo recibe también.
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Aquél que se dice que no triunfará, no triunfará jamás y quien se siente liberado, acabará estando en verdad liberado.
-29-
Cualquier cosa que experimentamos en un estado particular, es real para nosotros en ese estado.
Todo la soñado, es real para nosotros mientras soñamos y pasa a ser ilusorio cuando despertamos.
Así, cuando la mente alcanza el estado en el que vemos a Dios, para nosotros Dios es real.