Lao Tse
(604-531 a.c.)
-1-
Antes del cielo y la tierra, ya había algo silencioso y solitario, que sin cambiar giraba eternamente.
Es el origen de todas las cosas y lo llamo Tao.
Sin nombre ni forma, todo lo abarca y origina el cielo y la tierra.
Con nombre y forma, origina todas las cosas.
El Tao nunca actúa, sin embargo por su mediación todo queda hecho.
-2-
Abracemos la unidad sin abandonar nunca el Tao, que aun siendo esquivo, contiene latente la fuerza de la vida, todos los objetos y todas las formas que no dejan de aparecer y en las que se manifiesta el origen.
-3-
Comprendamos renunciando a los pensamientos.
-4-
Todo aquello que valoramos y tememos perder, pertenece al yo.
Y solo por tener un yo, tenemos miedo.
Por eso, cuando ya no nos identificamos con ese yo, no queda nada más que temer.
-5-
La quietud nos concede la plenitud, por ello debemos mantenernos firmes en la quietud.
Todas las cosas toman forma y entran en actividad, pero luego vuelven al reposo.
Volver a la raíz es volver al propio destino, que es encontrar la ley eterna y que constituye la iluminación suprema, mientras que no encontrarla es invitar a la desgracia.
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El estudiante del conocimiento, aspira a aprender más cada día, pero el estudiante de tao no, porque perdiendo aún lo que ya sabía, llega a no hacer nada y haciendo nada, todo queda hecho.
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Debemos despojarnos de las pasiones, para percibir el secreto de la existencia.
Y mirar la vida con pasión, para disfrutar de las formas en que se manifiesta.
-8-
Aquél que conoce la ley eterna, es tolerante e imparcial y está en armonía con la naturaleza y con el Tao, así su vida entera está protegida de todo daño.
-9-
Cuanto más perseguimos el conocimiento, menos sabemos.