Si no comprendemos que el mundo externo es la consciencia misma, continuaremos sosteniendo la creencia en un mundo objetivo y real percibido desde la mente, y en consecuencia, desearemos y nos apegaremos a los objetos de los sentidos como si fueran reales, por lo que seguiremos padeciendo el sufrimiento de la existencia, encadenados sin remedio a la rueda del nacimiento y la muerte.
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El ego, la persona o cualquier otra individualidad, son solo conceptos ilusorios del pensamiento, que se manifiestan como objetos independientes, debido a la discriminación que tiene lugar en la mente misma.
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Antes de su separación conceptual en el pensamiento, las formas de las cosas y el espacio que contiene a dichas formas son lo mismo, sin dejar nunca de ser el vacío que todo lo abarca.
Por ello, toda forma carece de características independientes propias, esto es, la forma es el vacío y el vacío es la forma.
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Nuestro cuerpo y el mundo, aparecen solamente cuando pensamos en ellos.
Perdemos así de vista la consciencia o mente original, y padecemos la interminable inquietud de la existencia en un mundo impermanente en perpetuo cambio, que se nos cruza a favor o en contra en nuestra búsqueda de la felicidad, convirtiéndonos en esclavos de las cosas y de las circunstancias.
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La paz perfecta, consiste en la liberación de las características que diferencian conceptualmente las formas en el pensamiento y nos hacen concebir la idea de una realidad objetiva y real.
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La no dualidad no está separada de sí misma, ni compuesta por partes diferenciadas, por lo que carece de nombre o de forma y todo lo abarca sin ser nada concreto.
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Para reconocer nuestra verdadera naturaleza, debemos disciplinar los pensamientos y desarrollar una mente pura, lúcida e independiente, que no se apegue ni a las formas, ni al vacío y cuya atención no se pose en nada interno o externo percibido a través de los sentidos, de los pensamientos o de los sentimientos y establecernos en ella.
Entonces la mente en calma, ignorará cualquier pensamiento que aparezca en ella.
Esta es la realización de la mente única o nirvana.
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Debemos dejar que las cosas sigan su propio curso, sin emplear en ningún caso nuestra voluntad, así la mente única dirigirá espontáneamente nuestra relación con el mundo y recuperaremos la dicha y el brillo originales de nuestra verdadera naturaleza original.
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La esencia no dual de la mente, se manifiesta en cada uno de nosotros según nuestros pensamientos, disposiciones y capacidades, en respuesta a nuestros infinitos posibles grados de conocimiento y a nuestro karma.
Pero a pesar de estar envuelta en un mundo de multiplicidades, la esencia no dual, en sí misma nunca pierde su pureza original, su brillo y su vacío.
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Debemos ser capaces de reconocer siempre la esencia no dual de la mente, en todas las funciones del intelecto y en medio de todos los fenómenos del aparente mundo objetivo y real.
Sostener la presencia de la esencia no dual de la mente en toda circunstancia, equivale a la perfecta fusión de las diferentes consciencias vijñanas, lo cual constituye la iluminación suprema.
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Cuando los opuestos de la dualidad del pensamiento se funden en la no dualidad de nuestra verdadera naturaleza original, dan lugar a la liberación.
Pero en cuanto aparece algún deseo o apego de cualquier tipo, el ego se afirma en el pensamiento, la esencia no dual se pierde en la confusión de la dualidad y aparece el mundo con toda su ilusoria complejidad conceptual.
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En cuanto la mente vuelve a estar totalmente libre de pensamientos, clara y en calma como el inmenso cielo despejado y azul, el mundo entero con sus montañas, sus ríos y su infinita variedad de colores y formas, se refleja serenamente en el espejo de nuestra mente, que las acepta todas, sin que al pasar por las puertas de los sentidos dejen rastro o mancha alguna en su esencia brillante, vacía y luminosa.
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Es imposible retener la mente pasada, imposible sostener la mente presente e imposible atrapar la mente futura.
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En la consumación de la perfecta iluminación suprema, no obtenemos nada, por eso se la llama iluminación suprema.
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La doctrina de la mente única, es solo una manera de evitar que caigamos en la vacuidad, al escuchar la doctrina sublime de la ausencia de entidad tanto en el ego, como en los cuerpos y en los objetos, que pone fin a la discriminación del pensamiento conceptual que nos mantiene atados a la incertidumbre de la existencia.
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El mundo que percibimos, es solo la parte manifiesta de la esencia no dual de la mente, que no debe ser confundida con la mente conceptual empírica, pues no es un objeto de la discriminación intelectual dualista.
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Todo viene a la existencia cuando las condiciones están maduras y desaparece cuando cesan.
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Nuestra naturaleza original es absolutamente vacía, por ello, todas las cosas son posibles en ella.
De hecho, si en esta esencia no dual hacemos en algún momento la más mínima distinción, afirmación o negación, se transforma de inmediato en la dualidad, sin dejar nunca de ser la no dualidad de nuestra verdadera naturaleza.