Xu Yung Da Shi
(1840-1959)
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Todos los seres humanos poseemos dos naturalezas.
La dual aparente del ego, que es diferente en cada uno de nosotros y existe en el mundo ilusorio del samsara y otra no dual real, que es nuestra verdadera naturaleza original igual en todos nosotros y que existe en el mundo real del nirvana.
Ambos mundos están localizados en el mismo lugar.
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Si la forma no es diferente del vacío y el vacío no es diferente de la forma, el samsara y el nirvana, la ilusión y la realidad, no pueden ser distintos entre sí.
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Si percibimos directamente, vemos la pureza no dual del nirvana y si percibimos indirectamente a través de los pensamientos, vemos la distorsión dualista del samsara impuesta por la descripción, interpretación y juicios que de lo percibido hacen los pensamientos.
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Tanto el observador como lo observado, están cambiado constantemente.
No somos los mismos de un momento al siguiente.
Constantemente adquirimos nueva información y experiencias y vamos olvidando las antiguas.
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El ego nos proporciona la consciencia de identidad continuada, que nos permite ser hoy quienes fuimos ayer y quienes seremos mañana.
Sin eso, no tendríamos la sensación de pertenecer a nada, crecer, o compartir la vida con los demás.
Nuestro ego nos da nuestra naturaleza humana.
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Pero si en algún momento empezamos a dudar de nuestra identidad verdadera y volvemos la atención hacia el interior, alejándonos de la complejidad del mundo externo donde tratamos de conseguir poder y gloria para nuestro ego, en favor de la simplicidad del mundo interno, tratando así de descubrir la dicha de nuestra naturaleza original, debemos deshacernos de la mente dualista egoísta y liberarnos de los pensamientos ilusorios, entonces experimentaremos la paz, la dicha y la libertad intrínsecas a nuestra naturaleza real.
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Los problemas que el ego crea, no pueden resolverse en el mundo siempre cambiante del samsara, porque el ego mismo está siempre cambiando también y su carácter es ficticio.
El ego meramente actúa y reacciona en respuesta a las condiciones fluctuantes de una vida que nunca acaba de entender bien y que de ninguna manera controla.
La única solución posible, es retirar la atención del mundo del pensamiento y los conceptos donde el ego vive y recuperar la consciencia de quienes somos realmente, dejando que sea nuestra verdadera naturaleza original y no el ego, la que dirija nuestras vidas.