(1622-1693)
-1-
Debemos permanecer, de manera natural y espontánea, en nuestro estado mental original, sin transformarlo en pensamiento y sin buscar nada más.
-2-
Si dejamos que nuestro estado mental original se transforme en pensamiento, viviremos en el engaño de la dualidad, porque solo a través de los pensamientos, experimentamos el sufrimiento y la felicidad de la existencia.
Todas las ilusiones se producen de la misma manera.
-3-
La mente original, trata libre y espontáneamente con cualquier cosa que se presente ante ella, pero si ocurre algo que nos haga transformar nuestro estado original en pensamiento, este se fija en una sola cosa y se vuelve ciego a todas las demás, privando así a la mente de su libertad original.
-4-
Cuando la ira o el deseo aparecen en la mente, como consecuencia de nuestra costumbre de actuar siempre en nuestro propio beneficio, cambiamos por ellos la maravillosa sabiduría de nuestro estado mental original y caemos en la ilusión.
En cuanto esta parcialidad desaparece, nuestra mente se transforma de nuevo en la mente original y dejamos de sufrir.
-5-
Debemos comprender por completo, que nuestro estado mental original es la no dualidad.
Entonces, sin práctica previa alguna, estaremos en la mente original desde ese mismo momento y no será necesario hacer nada más, porque todo se ocupará de sí mismo, simplemente con que seamos como somos.
-6-
No había rastro de ilusión en la mente que nuestra madre nos dio al nacer.
Si percibimos con claridad esta mente original que ya es nuestra, nada más nos perturbará y podremos hacer libremente lo que queramos, porque ese será nuestro estado no dual espontáneo particular.
-7-
Lo que llamamos pensamiento, no es la mente original de la no dualidad que refleja todas las cosas que la rodean y se convierte en ellas al transformarse en pensamiento.
-8-
Los pensamientos originalmente no tienen substancia real, así que dejemos que aparezcan y desaparezcan cuando quieran.
No les prestemos atención y no habrá ilusiones.
-9-
En el estado mental original, todas las cosas ocupan su lugar y están en completa armonía.
Cuando permanecemos en él, sin regresar a los viejos hábitos mentales de transformarlo en estados dualistas ilusorios, confirmamos que todos somos ya seres iluminados y habremos realizado por completo la doctrina budista.