Linji Zong/Rinzai Shu
(¿-866)
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El continuo fluir de los sentidos, no necesita nuestra intervención y sin embargo nunca se detiene.
Si nos damos cuenta de que nada nos falta ahora mismo mientras realizamos nuestras actividades cotidianas, ya no necesitaremos buscar nada más.
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Tenemos que dejar de buscar en el exterior y conocer al que juega con las configuraciones mentales, entonces estaremos siempre en nuestro hogar.
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No hay nada que buscar, solo tenemos que dejar de fantasear y ser sin más lo que ya somos.
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Un momento de duda en nuestra mente, es la ignorancia.
Tenemos que damos cuenta permanentemente de que nada ha nacido jamás y de que todos los pensamientos son solo ilusorias fantasías.
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El reconocimiento de nuestro estado mental original sucede de repente, sin entrenamiento ni preparación alguna y nada se gana ni se pierde con ello.
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Establecerse en nuestro estado original es sencillo, solo tenemos que ser como somos en nuestra vida corriente, vestirnos, comer normalmente y pasar nuestro tiempo en paz sin buscar nada más.
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Si seguimos correteando de aquí para allá persiguiendo cosas y dejándonos arrastrar por las circunstancias, nunca alcanzaremos la liberación.
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Debemos detener la incesante carrera de nuestros pensamientos y sentimientos tras las metas que establece nuestra voluntad, y terminará para nosotros el sufrimiento.
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La mente carece de forma y se extiende en todas direcciones como una sola luz, que diferenciada se transforma en los seis sentidos.
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Cuando el pensamiento conceptual se detiene por completo, quedamos liberados de inmediato.
Entonces, aceptando las circunstancias en las que vivimos como parte de la ley de causa y efecto, dejamos que las cosas sigan su propio curso, agotando así poco a poco el karma pasado.
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Observemos con imparcialidad todas las cosas y tengamos fe en aquél que está funcionando en este preciso instante, así las cosas por sí mismas regresarán al vacío.
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Renunciar a uno mismo abandonando el pensamiento conceptual, es trascender el movimiento y la quietud, lo que nos libera sin esfuerzo de todas las apariencias y nos cura de todas las enfermedades sin necesidad de tratamiento alguno.
Entonces, ya sea que la mente se mueva o no, y sin importar que como consecuencia de este movimiento se realice alguna acción, todas los acciones serán puras y no generarán karma.